El Banco en los tiempos del cólera (1998)

En su ya clásico libro, The Passions and the Interests (1977), Albert O. Hirschman estudia, entre otras pasiones que fundan el capitalismo moderno, la “tranquila” pasión del afán de lucro. Pasión “tranquila”, pensada así por Adam Smith y por Hume, que se imponía sobre las oscuras pasiones del deseo y de los placeres. El comercio y la industria se legitimaban en la medida que la pasión de lucro era el motor del progreso para el bien de la humanidad. El comercio como portador de civilización fue uno de los centros del discurso liberal ilustrado, tan significativo como lo es hoy la palabra “mercado” en el pensamiento neoliberal. El lucro llegó a considerarse una virtud moderna, secularizadora. En el marco de esa concepción, los bancos serían virtuosos. […] ¿Qué pasa con la tranquila pasión del lucro en los tiempos del cólera? Fue notable la fuerza con que sonó la protesta contra el Banco Popular durante [la reciente huelga general en Puerto Rico por la venta de la Telefónica]. La denuncia ponía el énfasis en la complicidad del Banco con el entramado financiero y transnacional. Acaso lo que ocurrió durante estos meses en Puerto Rico pueda compararse con la agresividad y la rabia que pueden llevar a los creyentes a romper imágenes piadosas cuando no responden a sus reclamos. La cólera, que por supuesto no es una pasión tranquila, pone en entredicho el pacto con la deidad mediante formas de blasfemia.  Algunas de las blasfemias recordaban la Ópera de tres centavos  y la cita de Bertold Brecht empleada como provocador epígrafe en la novela Plata quemada, de Ricardo Piglia: “Qué es robar un banco comparado con fundarlo?

Díaz-Quiñones, Arcadio. “El Banco en tiempos del cólera.” Diálogo, 1998, pp. 14-15.